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domingo, marzo 19, 2006

Ley de Acreditación y la ratificación del modelo pinochetista de Educación Superior


La revista virtual Universia del día 27 de enero del 2006 “la acreditación institucional es el reconocimiento público de que una institución cuenta con políticas y mecanismos que le permiten verificar que sus propósitos en el campo de la gestión y la docencia conducente a título se logran con un nivel adecuado de calidad” esto con relación a la función que cumpliría la misma Comisión Nacional de Acreditación (CNAP) en torno a la regulación de la educación impartida a nivel nacional.
El Proyecto de Ley de Acreditación, votado por la Cámara de Diputados, en tercer trámite, el día 24 de enero del presente año, “proyecto de ley que establece un sistema nacional tendiente a asegurar la calidad de la educación superior” (revista digital Universia 24/01/06) implicaba a los ojos del régimen burgués cuatro funciones que llegan a consolidar el proceso de educación superior a lo Pinochet,

1. El licenciamiento se refiere a la evaluación, aprobación y supervisión de las nuevas instituciones, incluyendo la apertura de nuevas sedes académicas y carreras.
La acreditación institucional apunta a la autoevaluación, evaluación externa y un pronunciamiento de la Comisión Nacional de Acreditación respecto de las universidades que han obtenido su autonomía.La acreditación de carreras y programas de pre y posgrado se otorgan por plazos máximos de 7 años, labora que, por ende, requiere de una permanente actualización.Finalmente la información se refiere a la identificación, recolección y difusión de los antecedentes necesarios para la gestión del sistema, la gestión institucional y la información pública para los distintos usuarios.La comisión de acreditaciónEste organismo colegiado, previsto en el proyecto, estará formado por representantes del estado y del sector privado.La Comisión\n Nacional de Acreditación la integrarán un académico designado por el Presidente de la República, tres académicos universitarios designados por el Consejo de Rectores, dos académicos de las universidades privadas, un docente designado por rectores de institutos profesionales, un docente designado por rectores de centros de formación técnica, dos académicos designados por Conicyt, el jefe de la División de Educación Superior del Mineduc y dos representantes de los estudiantes.Mientras se tramita el proyecto, la función de acreditación la realiza la Comisión Nacional de Acreditación del Pregrado.La acreditación de las universidades públicas y privadas es clave para asegurar la calidad de la educación superior y recibir recursos como becas y garantía del estado a créditos que se entregarán a los alumnos a partir de este año.El sistema de educación superior chileno, que incluye universidades, institutos profesionales y centros de formación técnica,\n abarca a 600 mil alumnos, 4 veces más de lo que el sistema poseía a comienzos de los años 90.Fuente:Cámara de Diputados ",1]
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La acreditación institucional apunta a la autoevaluación, evaluación externa y un pronunciamiento de la Comisión Nacional de Acreditación respecto de las universidades que han obtenido su autonomía.
La acreditación de carreras y programas de pre y posgrado se otorgan por plazos máximos de 7 años, labora que, por ende, requiere de una permanente actualización.
Finalmente la información se refiere a la identificación, recolección y difusión de los antecedentes necesarios para la gestión del sistema, la gestión institucional y la información pública para los distintos usuarios. (revista digital Universia 24/01/06).
Pero independiente de esta disección de los puntos que involucra la ley de acreditación, que tienen un carácter normativo dentro de la oferta de educación superior y por lo tanto del precio y calidad de las mercancías ofrecidas por las universidades donde el Estado comienza a jugar un rol objetivado como “fiscalizador y castigador”, se consolida el modelo de universidad implementado por la dictadura el año 1981 con el decreto fuerza ley N° 4 donde se fijan normas sobre el financiamiento de las universidades y la ley Nº 3541 de 1980, en donde se faculta la estructura y las nuevas funciones de la universidad, convirtiéndose así en la expresión del modelo de economía neoliberal que el régimen militar aplicó... dentro del llamado “programa de modernización nacional”[1].
“Las características distintivas de la reforma de 1980 fueron:
a) basar su origen en una lógica de imposición burocrática-autoritaria y,
b) El que su diseño se situó fuera del marco tradicional de las políticas estatales formuladas para el sector.
Los objetivos que guiaron tales medidas fueron, a su vez:
a) La búsqueda de una rápida diversificación institucional del sistema,
b) La generación de un mercado para la oferta y la demanda de servicios de enseñanza superior;
c) La disminución del peso y la gravitación de las universidades estatales a través de la separación de sus sedes regionales, y
d) La reestructuración de la relación entre Estado y las universidades, en dirección a que éstas últimas avanzaran en el progresivo autofinanciamiento de sus actividades”[2].
Todas esta planificación neoliberal se refiere a una estructura de organización de la educación estatal desvinculada del estado, en donde el rol del estado es modificado de acuerdo a los intereses de clases de los patrones y clases acomodadas del país. Básicamente se apuntó a la privatización y mercantilización de la educación, apuntando a la creación de un mercado universitario, abriendo las puertas a los empresarios de la educación, y quitando uno de los logros fundamentales de los trabajadores y el pueblo: la educación gratuita.
Las desregulaciones que el mismo sistema de mercado impuesto a las universidades por la dictadura militar y patronal ha motivado al Estado burgués a tomar una política que no perjudique al consumidor de educación superior en Chile, y de esta forma, conservando la estructura organizacional y los objetivos de la actual educación superior señalados en 1980, el modelo se perfecciona para poseer mayor credibilidad a nivel del mercado nacional como en el internacional.
La acreditación, por lo tanto se configura como un modo regulativo de la calidad de parte del estado, en donde el estado asume un rol de fiscalizador en el que se vuelve a configurar una acción pasiva que es la que puede ejercer el régimen burgués contra los patrones: una acción reaccionaria hacia la clase trabajadora, a sus intereses y a la educación estatal.
Por ello desde Las Armas de la Crítica decimos No a los procesos de acreditación que pretenden configurar un proceso de competitividad empresarial entre las instituciones de educación superior y al efecto reaccionario frente al aseguramiento de una educación estatal de calidad y al servicio de los trabajadores. Llamamos a la vez a luchar por una II Reforma Universitaria donde se promuevan el rol del Estado en la educación superior a través del financiamiento de una educación gratuita y al servicio de los trabajadores.

[1] Las Armas de la Crítica. Revista Universitaria de Discusión marxista. Julio del 2004-Nº6.
[2] Financiamiento Universitario y equidad. INJUV.

¿Por qué no se pudo renovar y regenerar el PC?

El PC ya ha tenido bastantes congresos, conferencias, experiencias y coyunturas políticas en la lucha de clases a través de la historia como para reformular su política reformista y colaboracionista de clases. Al contrario de ello ha preferido ser la pata izquierda del régimen burgués sin cultivar una política por la independencia de clases en el movimiento obrero y, por lo tanto, sin comportarse como un partido revolucionario en la lucha de clases.

La aparición de una fracción al interior del PC resulta ser un elemento y consecuencia lógica de años de postergación y engaño a la clase obrera en la política del partido, pero que lamentablemente surge en circunstancias en que el camino trazado por Marx y Lenin y la revolución obrera se encuentra realmente extraviado de la dirección del partido. Esto se refleja en la forma en que esta fracción ha respondido a la anquilosada dirección del PC eludiendo la gran farsa del reformismo: el colaboracionismo de clases y la herencia estalinista del frente popular.

Esta fracción lo que ha exigido es una “renovación al interior del partido”, creyendo que hablar y exigirla a un partido completamente corrompido por una casta burocrática privilegiada, amante del poder, oportunista y, por lo tanto, amante de la política estalinista, como el PC, tendría grandes posibilidades de transformación en la práctica política histórica que viene desarrollando desde su alineación con la internacional estalinista a favor del colaboracionismo de clases, de traición a la clase trabajadora y a la revolución proletaria socialista. Creen estar seguros que es muy fácil disfrazar un chancho de caballo.

El “renovarse” en tal dirección política, es obviamente un maquillaje de la política reaccionaria utilizada por el PC, y en éste mismo sentido la contradicción entre reforma y revolución solo se resuelve con una política independiente de clases, que es la que sostienen Lenin y Trotsky, Clase contra Clase y la Fracción Trotskista-Cuarta Internacional en su conjunto.

Lo que parece no lograr comprender esta fracción al interior del PC es que por el momento sirve como forma de contención de las bases molestas con la dirección luego de decisiones de carácter traidor a lo profesado en las elecciones como fue primero su política colaboracionista de clases (el discurso de la agrupación de todos los marginados del neoliberalismo), y luego el voto a Bachelet para fortalecer la opción dela representante de las clases medias y pequeño burguesas, siendo al Concertación una trabajadora incansable de los intereses patronales en nuestro país.

Todo esto se suscitó luego de un rotundo cuestionamiento a la Concertación y a un juramento a San expedito de que no volverían a cometer el error cometido en 1999 al apoyar a la concertación en la 2ª vuelta, y luego donde el gobierno oficialista no los tomó en cuenta, sintiéndose traicionados. Seguro hay gente molesta (aparte de Hirsch y el conjunto del PODEMOS), pero para nosotros parecía lo más lógico que el PC reaccionara como lo hizo dando un paso al lado del PODEMOS para ubicarse nuevamente donde la política lo llama: Entre las ratas de las cloacas pestilentes de la traición al reformismo, es decir, el actor principal de la izquierda en el sustento del régimen burgués. Lo que lo vuelve a caracterizar como el partido traidor a los intereses de los trabajadores y como actor principal en el colaboracionismo con la burguesía patronal y sus representantes.

El punto es que esta fracción, PRAXIS, hoy da el sustento al grupo de sujetos que se vio sobrepasado por la decisión de la dirección política del PC, y que debe llevar un cuestionamiento profundo a las direcciones y líneas estratégicas que dicta el PC. Esta tendencia proviene más de la JJCC y sus militantes de base, por las mismas expectativas subjetivas que los militantes se hacen del partido, pero que por ello mismo, expectativas de lo desconocido, terminan por fulminar su conciencia revolucionaria e integrarlo a la masa del reformismo sin una batalla ideológica o lucha política al interior del PC, sino que de una subordinación pacífica a los mandamás oficiales (esto es característico de la militancia PC o JJCC).

De todas formas es destacable el fenómeno presente, pero tenemos la labor revolucionaria de decir que tal “renovación” es imposible e irrealizable, y esto debe ser desarrollado desde un punto de vista lógico, concreto y real, sin dejarse llevar por los idealismos o misticismos que terminan por ser factores que mantienen la oposición política dentro del partido en forma crítica, pero activa dentro del marco y la política del mismo, para ser utilizada como engranaje pasivo al interior del partido y como forma de sumar a los “descontentos” e instrumentalizar a la fracción.

El PC hoy sólo resulta ser un obstáculo para el proletariado y, por ello mismo la tarea es la construcción de un partido revolucionario que se adecue al carácter y las tareas de la nueva trama histórica. León Trotsky decía: “Hay que construir en cada país un partido genuinamente revolucionario. Hay que construir una nueva internacional”.

La independencia de clases sólo es una política que se puede practicar desde una organización o partido completamente revolucionario, fundado en el marxismo leninismo y que trabaje directamente con el movimiento obrero impulsando su política propia sin ceder ante las presiones e intereses de la patronal burguesa o pequeño burguesa, ni ante los intereses de los demás “actores políticos marginados” en general, sino que debe llevar hasta las últimas consecuencias una política guiada al enfrentamiento de clases, a una exacerbación de la lucha de clases donde la preparación y formación de cuadros revolucionarios es indispensable para formar y apoyar a la vanguardia y a la clase obrera en al toma del poder. No compañeros, lo lamento, pero el PC no puede llegar a ser esta organización que necesita el movimiento obrero dado su tradición, su presente, su dirección, la base militante y la pudrición que arrastra tras de sí tras años de traición al movimiento obrero.

El pretexto de los reformistas
Claro, que el pretexto de los reformistas puede ser y será que le proletariado necesita antes que nada la unidad, lo cual supone siempre un argumento que utilizan los grupos populistas o colaboracionistas de clases en sus políticas de frentes populares, frentes amplios, etc.

Como bien dice Trotsky: “no es cierto que el proletariado necesita unidad en sí y por sí misma. Necesita la unidad revolucionaria en la lucha de clases... para luchar implacablemente contra el gobierno de la burguesía, para la conquista del poder, para la dictadura del proletariado, para el estado obrero... para la república socialista mundial”. ¿Estarán pensando esto nuestros amigos reformistas?¿Pensarán en la revolución obrera como principio refundacional del PC? No lo creo porque sino en vez de apelar a la lucha ideológica con una organización de este tipo, como lo es CcC, comenzaría por buscar una fusión o una cercamiento político para conformar el partido revolucionario de los trabajadores.
No. La acusación de sectarismo es simplemente una de las artimañas populistas que debemos enfrentar, pero que con acción política revolucionaria sabremos combatir, develando a estos falsos “amigos del pueblo” que hoy pretenden mantenerlo manso y calmado al interior de un partido que se resquebraja así sólo y que no puede soportar más en sus cimientos construidos en base a la traición y el autoritarismo burgués.