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miércoles, agosto 17, 2005

Ciencia y política: Bases para un desarrollo popular en el Siglo XX


Un discurso político claro, firme, preciso, basado no en aseveraciones efímeras, en consignas resignadas a las palabras vacías por el trasfondo del tiempo, por la inevitable situación actual que ha decantado los discursos políticos revolucionarios para transformarlos en débiles obras teatrales que rehuyen del contexto espacio-tiempo.

Estos discursos han sido ridiculizados, han perdido todo su peso político, dada la acción inconsecuente e inconsciente de personajes que han preferido destacar sus cualidades personales sobre la integridad general de una colectividad, personajes han usado el nombre de una facultad, de una carrera, y de un movimiento que se configuraba en torno a objetivos serios para difamar e insultar con un burdo argumento que trata de sumar a multitudes inexistentes, multitudes que se han desvanecido en el aire. Personajes exitistas que no dan cabida a la creatividad y la reflexión.

El camino para los revolucionarios es ofrecer dos líneas de trabajo en el discurso y en la práctica, que no involucran la separación, sino que deben ser complementadas. Primero podemos encontrar el discurso y práctica contra los enemigos; esto corresponde al trabajo de defensa y ataque, los disparos y los dardos precisos hacia el burgués, el manejo del conocimiento requerido para esta línea de acción está dado por la necesidad de responder en términos serios y con sabiduría popular y formal a los requerimientos de los peritos de la institucionalidad y del neoliberalismo en su totalidad. La segunda línea se demarca como la línea entre amigos, que consiste principalmente en la generación de lazos de acción popular, en la creación de la revolución, de un proyecto social conjunto, la conformación de un partido revolucionario; esta segunda línea es la que marca los principios de la organización popular activa y combativa en los frentes que la sociedad lo requiera, y es espacio en que se estructura la revolución en términos interacciones subjetivas netamente populares.

Tener presentes estas dos líneas conduce a dos fenómenos en la política nacional:
Prestigio, verdad y veracidad en los argumentos políticos fundados en principios científicos y de clase sobre las burdas conjeturas individualistas de la hegemonía.
Construcción democrática popular de un proyecto de sociedad de parte de los sectores populares.

Sabiendo que se cuenta con una base sólida dada desde la intelectualidad (mundo científico) y desde la misma acción popular (mundo político popular), da las posibilidades de conjeturar nuevas posibilidades de reivindicación social desde una perspectiva concordante con el desarrollo científico, con el desarrollo tecnológico, y obviamente con el desarrollo de la organización político popular. De esta forma se construye un frente de masas que implique y justifique su acción colectiva desde la mirada critica e influyente del sistema ciencia, como una forma de rechazo a las criticas enarboladas durante bastante tiempo por el sistema capitalista, en donde el neoliberalismo ha aprovechado las falencias del desarrollo “justificativo en la teoría y en la práctica de la viabilidad de un proyecto político popular para convencer a la sociedad del fin de las utopías, del fin de las ideologías o del fin de la historia.

Esta no es solo labor de los intelectuales comprometidos con una sociedad mas justa y libertaria, sino que de toda una sociedad en su conjunto en su lucha por la defensa y generación de derechos comunes que involucran el desarrollo de una nueva sociedad desde sus cimientos: desde los cimientos de la organización popular seria y constituida para realizar historia exitosa en torno al poder obrero.

El sistema ciencia y la organización popular en la actualidad

Si analizamos el poder que el sistema ciencia a adquirido en torno a la credibilidad, o como de justificación o de búsqueda de verdades, ya sean absolutas o relativas, podemos comprender las dimensiones a las cuales están sujetos los individuos en torno al desarrollo de sus vidas cotidianas demarcando ciertos patrones que se han hecho universales por el mismo grado de confianza en la operacionalización tautológica del sistema ciencia.

Quienes se han propuesto adquirir el derecho de la ciencia ha sido el capital cultural que opera para el sustento del sector privado (que ahora a encontrado la forma de una autopoiesis reproductiva a través de la Universidades Privadas) y de la institucionalidad burocrática y de gobierno. Por ello los discursos que emanan de parte de ambos sectores se apropian de la universalidad, de la generalidad, de las masas, lo que en cierta forma les atribuye un gobierno democrático, es decir, una política que abarca a toda la sociedad en su ejecución y planificación. Política y ciencia se complementan, y no se encuentran autónomos.

El capital que representa en si el manejo conceptual del sistema científico tiene un carácter elitista, pero a la vez no nos estructura directamente para decirnos ¿Qué hacer con el manejo científico? Por ello, es que la incorporación aquí de nuestra perspectiva de clases se hace fundamental. El llevar el desarrollo creativo e imaginativo de la ciencia hacia los confines de la emancipación humana debe estar dentro de los valores que posean los sociólogos dispuestos al trabajo científico desde la perspectiva popular revolucionaria.

El no quedarse dentro de los parámetros reiterativos y reproductivos de la ciencia, que normalmente son las características de los procesos de aprendizaje escolar, involucra el transformar la realidad desde nuestra perspectiva privilegiada de sujetos constructores de comunicaciones sociales potenciadas en los márgenes del sistema científico. Hay que aprovechar es potencialidad, ya que dentro de nuestros discursos no solo debemos incorporar nuestra propia identidad, sino que debemos trabajarlos en términos intersubjetivos, es decir, que si pretendemos comunicar algo tenemos que tener presente la posición del otro dentro del espacio social, y su propio discurso para que sea más fácil de abordar y de derrotar en el marco de una misma comunicación con sentido compartido y legitimado socialmente.

Desde perspectiva aparece nuevamente la ciencia. La ciencia ha sido un instrumento, un capital cultural que se ha transmitido a través de la sociedad de distintas formas, pero que si el movimiento popular desea incorporar debe encontrar su propia metodología. Lo que se debe tomar en cuenta principalmente de la importancia del trabajo científico es el fundamento y alcance que se puede dar a un movimiento, y las consecuencias de adhesión mayor a través del marco de la misma ciencia.

La ciencia, como tal, esta impregnada de las clases burguesas de nuestro país, pero ¡decántale en nombre de la actividad popular! Que no se siga encerrando dentro de la burbuja institucional que llega a instrumentalizarla en nombre de valores, principios y políticas hegemónicas, diciendo que la ciencia es completamente autónoma y objetiva, sin que del mundo popular pueda existir una oposición que contraste con el modelo actual, e involucre directamente una propuesta práctica de acción colectiva de parte del mundo popular.

De hecho los estudiantes de sociología no podemos levantar una propuesta del mundo popular. Que quede clarísimo. Esto hasta que no tengamos las habilidades, el desarrollo de nuestras capacidades investigativas y nuestro compromiso político ferrio con la organización popular. Por ello, la propuesta del mundo popular siempre surge del mundo popular. Lo que puede hacer el estudiante, el investigador y el sociólogo, es involucrarse dentro de la naturaleza del desarrollo social y recoger las actividades desarrolladas en contra del sistema, recoger experiencias políticas de organización colectiva popular, demarcar los hitos de reivindicación de la lucha popular en las poblaciones, en los campamentos, fábricas, etc. de manera que pueda ser el canal de orden de la complejidad y desorden en que se encuentra el espacio popular en sus discursos, y la comprensión de la variedad de discursos que se han producido por el desarrollo de la complejidad y diferenciación social.

La importancia de la moral revolucionaria

Obviamente no se puede olvidar que toda la realización de un trabajo científico y revolucionario tiene que estar arraigado en la idea del perfeccionamiento de la humanidad, de la sociedad y de uno mismo como ser humano. El sostener principios e ideales que involucran el perfeccionamiento, la transformación y el cambio social, no son situaciones de pequeñez moral, son la demostración de la grandeza y de una virtud que se enmarca en la genialidad, la creatividad y el compromiso certero con el resto de los individuos y, además, con la propia consecución del ideal en la práctica cotidiana.

Para una actividad de la envergadura que mencionábamos anteriormente no necesitamos a iluminados, no requerimos a los mejores de la clase, a los mejores de la promoción, etc. necesitamos a los mejores seres humanos posibles, dispuestos constantemente a la perfectibilidad, a cambiar sus preceptos, a enriquecerse y no momificarse en le conocimiento estático y elitista, que se adquiera por pura vanidad. Se requieren hombres creativos, incluso genios a la hora de desarrollar el pensamiento y la acción. Pero fundamentalmente se requieren hombres y mujeres de ideales; estos son los que realmente pueden desarrollar una virtuosidad en su hacer y ser, los que pueden emprender procesos de virtud excelsa y dignos de ejemplo para una sociedad que en estos momentos ahonda en la mediocridad pura.

Se les invita a ser virtuosos y no dejarse llevar por consignas o dogmas preestablecidos, se les invita a ser y pensar por sí mismos, y a la vez no dejarse llevar por la marea de mediocridad y repetitividad que encierra en estos momentos a la humanidad.